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“El Encierro”, el Sádico y Macabro Caso de Sylvia Likens

El 26 de octubre de 1965, fue encontrado sin vida el cuerpo desnutrido, torturado y violado de Sylvia Likens. Una joven de 16 años, la tercera hija de Lester y Bertha “Betty” Likens, unos padres disfuncionales y con problemas económicos que, en junio de 1965, decidieron dejarla junto con su hermana pequeña Jennifer, al cuidado de una ama de casa llamada Gertrude Baniszewski, quien criaba a sus 7 hijos (de distintos y fracasados, matrimonios) y a quien habían conocido pocos días antes en la Iglesia.

Sylvia era una muchacha callada y agradable a la que todos querían, que además ayudaba fregando los platos y planchando. Su hermana Jennifer también era muy callada, y había nacido con una pierna encogida, que había ido avanzando hasta llegar a poliomielitis. A pesar de su discapacidad, se las arreglaba para bailar y montar en patineta, y llevar la vida normal de una niña de su edad. Sus padres pagaron a Baniszewski unos muy necesitados 20 dólares a la semana por cuidar de las niñas, y quedaron convencidos de que Gertrude cuidaría de Sylvia y Jenny como dos más de sus hijos.

Encabezados de los periódicos ssobre Sylvia Linkens
Gertrude Baniszewski pasó una vida de carencias materiales y emocionales. Su padre murió cuando ella tenía once años, dejando a su madre con seis niños para criar. Cinco años más tarde, a los dieciséis, Gertrude dejó el colegio y se casó con John Baniszewski, de dieciocho años. Tuvo cuatro hijos. Ella y John se divorciaron luego de diez años de relación.

Ella se casó de nuevo, esta vez con Ed Gutherie, pero esta unión sólo duró tres meses. Gertrude se dio cuenta de que había cometido un error. Luego cometió uno más grande: se volvió a casar nuevamente con su primer marido, John, y tuvo dos hijos más antes de divorciarse de él por segunda vez en 1963.

Nunca acostumbrada a estar sola, Gertrude se mudó con Dennis Lee Wright y, prontamente, dio a luz al niño número siete antes de que Dennis se fuera. Durante esta serie de embarazos, Gertrude también tuvo seis abortos.





Para 1965, Gertrude tenía treinta y siete años y se veía como una persona de sesenta. Fumaba sin parar, bebía constantemente, sufría de asma y tenía una serie de achaques. Su única entrada económica consistía en lo que podía extraer de los padres de sus hijos. Para completar sus gastos, planchaba ropa a encargo.

Un día, dos desconocidos llamados Betty y Lester Likens le pidieron a Gertrude que cuidara de sus dos hijas mientras ellos trabajan para un circo en Florida. Las dos niñas ya conocían a los hijos de Gertrude: los habían visto a la salida de la iglesia. Los padres le ofrecieron veinte dólares a la semana y Gertrude aceptó.

En el verano de 1965, Sylvia de dieciséis años, y Jenny de quince, se mudaron con Gertrude y sus hijos al 3850 de East New York St., en la pacífica ciudad de Indianápolis, Indiana.

La primera semana en la casa de Gertrude no ocurrió nada fuera de lo normal. Las dos chicas Likens parecían llevarse bien con los chicos Baniszewski.

Imagen de la película The Girl Next Door (2007) basado en la vida de Sylvia Likens

Siete días después de que las niñas llegaran a la casa de Gertrude, el cheque prometido por los padres se retrasó. Gertrude sin mediar palabras, les dijo: “Bien, perras, he cuidado de ustedes durante una semana por nada”; acto seguido, las llevó al sótano y las azotó con un cinturón. Jenny no aguantó el castigo y Sylvia se ofreció para que a ella le tocara también el castigo de su hermana; Gertrude accedió. Al día siguiente, llegó un sobre con los veinte dólares por correo; se había retrasado por una confusión del cartero.

Dos días más tarde, los Likens se tomaron un tiempo libre del empleo en el circo para pasar por la residencia de los Baniszewski para ver cómo estaban sus hijas. Por temor, las jóvenes no se quejaron ni contaron lo sucedido. Todo parecía estar bien, así que los Likens se regresaron tranquilos y convencidos de que todo estaba bien.

Poco a poco fueron pasando los días en aparente calma, hasta que por alguna razón Gertrude se convenció de que Sylvia estaba pasando demasiado tiempo en la tienda de alimentos. Sylvia trató de explicarle que había encontrado unas botellas de refresco vacías y estaba devolviéndolas para ganar un poco de dinero extra. Gertrude no quería oírla. Decidió castigar a Sylvia pegándole con una paleta. La paleta tenía un espesor de casi un centímetro.

Luego de esa primera vez, Sylvia siempre era culpada por romper las reglas de la casa. Cuando Gertrude se cansaba de sufrir de asma, ponía a su hija mayor, Paula como encargada de la paleta. Paula, una obesa chica de ochenta kilos, amaba su nuevo poder. Ella le aplicaba la paleta a Sylvia una buena cantidad de veces.

A medida que avanzaba el verano, parecía que para Gertrude todas las desgracias del mundo eran culpa de Sylvia. A la hora de la cena, en la mesa, Sylvia generalmente no recibía comida. Se le obligaba a observar cómo comían los otros. A veces, su hermana Jenny robaba un poco de pan para ella, pero era tanto el temor que sentía hacia Gertrude que nunca se atrevió a desafiarla.

Gertrude Baniszewski

 Los castigos empezaron a aumentar en intensidad y frecuencia. En una ocasión, Paula acusó a Sylvia de que hablaba mal de ella. Gertrude tomó a la niña, la puso en la sala, delante de todos, y comenzó a quemarle los brazos con un cigarrillo encendido. Todo se convirtió en un juego perverso, orquestado por una mujer diabólica que estaba descargando las desgracias de su vida en una niña indefensa. El abuso continuó, interrumpido solamente cuando los de afuera entraban en la casa.

Un día, el reverendo Roy Julian pasó a saludar. Se fue bastante preocupado por Gertrude, pues en su condición de enferma era difícil soportar tal contingente de niños. La señora Saunder, enfermera de salud pública, hizo una llamada. Gertrude explicó que una de las niñas a su cuidado, Sylvia Likens, era una prostituta y estaba corrompiendo a sus hijos. La señora Saunders se compadeció, pero nunca regresó. Gertrude decidió que Sylvia no estaba a la altura para dormir arriba con el resto de la familia.
La niña fue arrojada escaleras abajo con un empujón, al sótano que se parecía a un calabozo privado. Desde ese momento, sólo la alimentaron con galletas saladas y agua. Se desnutrió y deshidrató.

Cada cierto tiempo, los chicos la sumergían en baños hirvientes. Cuando era sacada, su cuerpo estaba rojo por el calor. Una vez se desmayó y fue arrastrada fuera del agua por el cabello. Sylvia, ahora cubierta por quemaduras de cigarrillos y otras heridas causadas luego de ser lanzada por el aire y arrastrada por el piso de cemento, recibió el tratamiento de Paula: le pasó sal por las heridas.





En varias ocasiones, ataban a Sylvia Likens a una viga de madera que había en el sótano, después de una gran cantidad de golpes que le propinaban ambos. En una ocasión, Richard Hobbs acogotó a Sylvia durante tanto tiempo que todo el mundo pensó que se había muerto.

Durante ese largo período, la señora Baniszewski contó por todo el vecindario que Sylvia era una prostituta, lo que causó que los vecinos no la miraran con buenos ojos. Luego obligó a la niña a escribir varias cartas donde detallaba escabrosos asuntos sexuales y confesaba que era una prostituta. Gertrude dijo además que Sylvia no había hecho más que causar problemas desde que llegó a su casa y que era una muchacha inmanejable, y que justamente por eso la había enviado al Reformatorio de Indiana.
Los vecinos y vecinas que vivían a lado de la casa de la señora Baniszewski oían gritos, lamentos, gemidos y golpes, pero no hicieron nada al respecto porque pensaron que era mejor no meterse en problemas.

El espíritu de Sylvia terminó por romperse y dejó de pelear por su vida. Fue el día en que Gertrude le ordenó a Jenny que cacheteara continuamente la cara de su hermana hasta que se pusiera totalmente roja. Luego del incidente, Sylvia ya no se resistió al abuso. Gertrude le arrancó la blusa y los pantalones cortos para dejarla totalmente desnuda; así permaneció de allí en adelante.

Silvia Likens después de ser torturada

Atada en el sótano, tiritaba de frío y sufría hambre y sed, además del abuso de todos los que deseaban solazarse en su dolor. Muchos niños y adolescentes convirtieron en rutina su viaje vespertino al sótano para golpearla, quemarla, tirarla al piso y patearla entre varios, morderla, besarla y abusarla sexualmente. Otros iban a presenciar las vejaciones y a burlarse. Llevaban a sus novias e invitaban a otros amigos. Frecuentemente, estos otros invitados también decidían participar en los tormentos a la niña.

Gertrude llegó en una ocasión a obligar a Sylvia a que se introdujera por la vagina una botella de cristal de Coca Cola, ante la mirada lasciva y divertida de sus hijos y sus amigos. La botella se rompió estando dentro de la niña y le desgarró las paredes vaginales. Todos celebraron el hecho con risas y aplausos mientras Gertrude fumaba un cigarrillo tras otro.

Gertrude se cansó de la tarea, pero Hobbs se hizo cargo del trabajo y lo completó. Esa tarde, Coy Hubbard pasó por la casa. Golpeó a Sylvia en la cabeza con un palo de escoba, dejándola inconsciente.

A la mañana siguiente, Sylvia estaba incoherente y hablaba sobre irse con sus padres y alcanzarlos en la feria donde se encontraban. Tenía moretones por todo el cuerpo, hedía a causa de la falta de aseo y sus cicatrices de quemaduras resaltaban por todas partes de su piel. Gertrude decidió que debía mojarla con la manguera. Una manguera de jardín fue llevada hasta el sótano. Todo el mundo se rió mientras el agua salpicaba sobre el demacrado cuerpo de Sylvia. En un momento, ella ya no se movió. Sylvia Linkens estaba muerta.

Richard Hobbs llamó a la policía con la vaga noción de que ellos le aplicarían respiración boca a boca para resucitarla y todo estaría bien. Al ver el cuerpo, los oficiales y médicos declararon que el de Sylvia Likens era el peor caso de abuso físico que habían investigado en la historia del estado de Indiana.

Sylvia Likens murió por hemorragia cerebral, shock y desnutrición.

En honor a Sylvia hay un pequeño monumento con su foto colocado por orden del Departamento de Policía de Indianápolis.

Los juicios fueron una sucesión de testimonios autoinculpatorios. Todos los adolescentes y niños aceptaron su culpabilidad y detallaron ante el horrorizado jurado los castigos a que habían sometido a la pequeña. Solamente Gertrude intentó zafarse de todo y lanzar la culpa sobre sus hijos y sobre los demás chicos. Declaró que ella no había sabido nada de lo que ocurría en su sótano, pero todos los demás dieron la misma versión: ella alentaba la tortura y participaba en ella. Jenny, la hermana de Sylvia, declaró lo mismo.

La mayoría de las personas que fueron invitadas a ver como torturaban a Sylvia, terminaban maltratandola también, la humillaron y violaron, y ellos parecían deleitarse con todos esos gritos de dolor y querían también maltratarla, en el momento del juicio, el fiscal les pregunto el porqué de su actitud, por qué maltrataban también a Likens, por qué no hicieron nada para ayudarla, todos contestaron que no sabían, ninguno de ellos supo justificar su actitud.

Gertrude Baniszewski fue hallada culpable de asesinato en primer grado y sentenciada a cadena perpetua. Se le recluyó en la Prisión de Mujeres de Indiana. Obtuvo su libertad condicional el 4 de diciembre de 1985, luego de estar veinte años en prisión. Poco antes de morir en 1990, Gertrude Baniszewski aceptó finalmente su culpabilidad, responsabilizando a sus problemas personales y a una serie de medicamentos que ingería.

Paula Baniszewski fue hallada culpable de asesinato en segundo grado y sentenciada a cadena perpetua. Obtuvo su libertad condicional el 23 de febrero de 1973, luego de servir siete años en prisión. Tuvo una hija en ese mismo año y la llamó Gertrude.

Coy Hubbard fue hallado culpable por homicidio impremeditado y sentenciado a 21 años de prisión. Se convirtió en un delincuente y volvió a la cárcel con frecuencia.

Richard Hobbs fue hallado culpable por homicidio involuntario y sentenciado a 21 años de prisión. Murió a los 20 años de cáncer de pulmón.

John Baniszewski Jr., pese a tener trece años de edad, fue sentenciado a cumplir 21 años de cárcel; fue el preso más joven del reformatorio de la historia de ese estado. Tras cumplir su condena, se convirtió en pastor laico, para contar su historia.

Stephanie Baniszewski fue hallada culpable por cómplice y fue sentenciada a cumplir 12 meses en prisión. Ella junto con Coy Hubbard arrojaron a Sylvia por las escaleras del sótano, lo que le produjo una hemorragia cerebral.

Gertrude Baniszewski, a su derecha Richard Hobbs durante el juicio.


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La verdadera Historia de la Pelicula el Aro (The ring) 2002


La historia de Okiku (Bancho Sarayashiki)

"Okiku trabajaba como sirvienta en la residencia del samurai Tessan Aoyama. Un día, mientras limpiaba una colección de 10 platos antiguos (un tesoro familiar), rompió uno por descuido. Aoyama, lleno de rabia, la mató y arrojó su cuerpo a un pozo cercano. A partir de ese momento, el fantasma de Okiku salía todas las noches del pozo, contaba hasta nueve y después rompía en desgarradores sollozos. Aoyama no pudo soportarlo y se volvió loco."


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Expediente Vallecas: La verdadera historia de la película "La posesión de Verónica" (2017)

Todo comienza un día de marzo de 1990, cuando
Estefania Gutiérrez Lázaro, de 18 años de edad, practico el juego de la ouija con varios compañeros del instituto. Justo en el momento en el que estaban practicando el juego, la profesora irrumpió en la sala y al observar lo que estaban haciendo, copio la tabla y la partió contra el suelo. De repente el baso, que había caído bocabajo, comenzó a llenarse de humo muy denso. Al cabo de unos instantes reventó y el humo de su interior fue inhalado por Estefania.

Desde esta experiencia, la niña, comenzó a tener enigmáticas convulsiones, estados alterados de conciencia en los que afirmaba observar figuras de gente que la llamaba, situaciones en las que su cuerpo parecía estar poseído… Durante seis meses visito varios centros de salud y hospitales y ningún medico pudo certificar la enfermedad que padecía. Al poco tiempo, el 14 de agosto de 1991 falleció en extrañas circunstancias.
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La verdadera historia de Penny Wise

Pogo El Payaso Asesino


A este peculiar homicida se le imputan 33 asesinatos de jóvenes del sexo masculino. Este hombre adquirió el sobrenombre de 'Payaso Asesino' debido a que le gustaba disfrazarse de payaso para animar desfiles y fiestas infantiles, donde se hacía llamar Pogo.

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La aterradora historia real de la película “Expediente Warren: The Conjuring”





“Expediente Warren: The Conjuring”, basada en la historia real de una investigación llevada a cabo por los parapsicólogos Lorraine y Ed Warren a principios de 1970 en la granja familiar de la familia Perron en Harrisville, Rhode Island. Pero aparte de la versión cinematográfica, Andrea Perron tenía tan sólo once años cuando se mudó a la granja, conocida como la finca de Arnold, con sus padres y sus cuatro hermanas menores. 
 
Ella fue la responsable de escribir un libro sobre las experiencias paranormales aterradoras de su familia en la casa desde 1970 hasta 1980 llamada “Casa de la Oscuridad, Casa de la Luz: La verdadera historia”. Andrea guardó todas las experiencias durante tres décadas hasta que finalmente se decidió publicar su primer trabajo, que marca el primer libro de una serie de tres partes que narra la terrible historia de su familia, viviendo en una casa llena de espíritus en el solitario paisaje Rhode Island.

Roger y Carolyn Perron compraron la casa de sus sueños en los meses de invierno de 1970. Lo que no sabían es que esta casa iba a estar llena de auténticas pesadillas. Como mucha gente, estaban muy contentos de estar viviendo en una casa llena de historia y estaban ansiosos de criar a sus cinco hijas en un lugar tan idílico. Pero la realidad, es que la casa estaba llena de agonía y muerte. Dos antiguos residentes de la casa se ahorcaron ellos mismos de una de las vigas del granero. Sin embargo, una vez que la familia Perron empezó a vivir en la casa, comenzaron a ocurrir situaciones más allá de lo comprensible.

“Era un lugar extraordinario. Empezamos a ver espíritus, tan pronto como nos mudamos a la casa. La mayoría de ellos eran benignos, incluso algunos de ellos ni siquiera parecía darse cuenta de que estábamos allí, pero la verdad es que ocho generaciones de familias vivieron y murieron en esa casa antes de nuestra llegada, y algunos de ellos nunca se fueron”, según explico Andrea.



Al principio muchos de ellos parecían ser inofensivos, como una entidad que olía las flores y las frutas, el que deba un beso de buenas noches a los niños en la cama cada día, o el espíritu que siempre cogía una escoba para barrer el suelo de la cocina. Todo lo que se refiere a fenómenos paranormales en una casa parecía estar sucediendo a la familia Perron, así como objetos que se movían por su cuenta, misteriosos golpes en las puertas, o extraños susurros durante toda la noche. Según explicó la familia, probablemente el fenómeno más aterrador era el sonido de algo que tenía la costumbre de golpear la puerta principal de la casa por la noche, despertando a toda la familia. Había, obviamente, algunos espíritus muy perturbados conviviendo con los Perron.

“Uno de los espíritus se llamaba ‘Manny’, él era un alma compasiva. Creemos que en realidad era Johnny Arnold, que se suicidó en el granero de la casa en el 1800. Vigilaba la casa y cuidaba de nosotros. Siempre se aparecía en el mismo lugar, en el pasillo del frente entre el comedor y la cocina. La aparición fantasmal siempre se apoyaba contra la puerta y ponía una sonrisa torcida como si él se estuviera divirtiendo con los niños. Tan pronto como lo veíamos e hacíamos contacto visual, él desparecía.”

Lo que es muy interesante es que cada miembro de la familia en realidad veía a uno de estos espíritus errantes por toda la casa. Pero no fueron los únicos en experimentar todo estos fenómenos, porque la familia que vivió en la casa antes de los Perron también compartieron fenómenos ciertamente aterradores:

“Todos los que han vivido en la casa que conocemos han experimentado algún tipo de fenómenos sobrenaturales”, dijo Perron. “Algunos incluso han salido gritando y corriendo temiendo por sus vidas. Un hombre que se acercó para comenzar la restauración de la casa salió gritando, sin su coche, sin sus herramientas, sin su ropa. Nunca regresó a la casa y por lo tanto los propietarios de tierras adyacentes, se mudaban abandonando sus hogares”.

En la actualidad, Los Perron recuerdan perfectamente las características de las entidades que veía. A veces, los espíritus parecían opacos, aparentemente sólidas, y otras veces eran translúcidos o en forma de niebla. También afirmaron que los espíritus se comunicaban con los miembros de la familia, pero no era a través del habla, sino con la telepatía. Cindy, una de las hermanas de Andrea, lo describió como estar “en una burbuja”. El aire se comprimía y de repente se quedaban sin poder moverse o hablar, solamente escuchar lo que el espíritu estaba tratando de decir.


 
 Después de sufrir todo estos episodios, que en algunos casos eran violentos, Roger y Carolyn Perron se pusieron en contacto Ed y Lorraine Warren, unos investigadores paranormales. Los Warren hicieron una investigación de la actividad sobrenatural en la casa mientras la familia vivía allí, en un intento de ayudar a los Perron. Durante una sesión de espiritismo, algo salió ciertamente mal, despertando y evocando una terrible presencia, que la señora Warren tenía la creencia de que se trataba de Bathsheba, que la describió como un “alma olvidada de Dios”.

Bathsheba quería el control sobre Carolyn Perron, ya que el espíritu se creía la dueña legítima de la casa. Pero el espíritu deseaba a Roger y codiciaba a los cinco hijos. Carolyn explico que el espíritu se le acercaba por la noche y la describía como un ser con una cara espantosa, deforme y con el cuello roto. Según la leyenda local y el folclore, Bathsheba era sospechosa de ser una bruja practicante y fue acusada de sacrificar a un niño lactante como una ofrenda a Dovahkiin, el diablo encarnado. Más de dos docenas de muertes misteriosas y trágicas ocurrieron en la propiedad, peor a pesar de que fue absuelta de toda culpa en una sala de justicia ella siempre fue culpable ante la opinión publica. Bathsheba vivió una vida miserable y murió anciana en 1.885 de una extraña forma de parálisis, que según el médico forense que la examinó dijo que era “impresionante y completamente inexplicable”.

A pesar de la ayuda de Ed y Lorraine Warren, acabaron perjudicando a la familia. Los Perron se quedaron en la casa durante diez años más antes de poder marcharse definitivamente, pero los horribles fenómenos que ocurrieron dentro de las paredes de la casa se quedaron con ellos para siempre. Obviamente, esto es solo una parte de lo sucedido a la familia Perron, que el joven director James Wan ha plasmado en su película “Expediente Warren: The Conjuring”.
 
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La Leyenda del Jinete Sin Cabeza


La verdadera historia de Jack O'Lantern el jinete sin cabeza: la leyenda irlandesa que dio origen a la popular calabaza de Halloween


Halloween y miles de personas lo celebran poniendo una lámpara hecha con una calabaza a la puerta de su casa. Pocos, sin embargo, saben que esta simpática tradición se remonta a la Irlanda del siglo XVII, a la fatídica noche en la que un herrero llamado Jack quiso engañar al diablo y perdió.


La leyenda de Stingy Jack se pierde en las profundidades del folklore celta. De hecho, la propia fiesta de Halloween (una contracción de la expresión All Hallows’ Evening o víspera de todos los santos) ya se celebraba mucho antes de que llegara la tradición de tallar caras siniestras en calabazas. Halloween es uno de los tres días de fiesta con los que la iglesia trató de cristianizar la celebración pagana del Samhain.

La noche del Samhain, las barreras entre el mundo de los vivos y el mundo de los muertos se vuelven más finas y los espíritus caminan por la Tierra. Una de las formas en la que estas almas de los difuntos se manifiestan es en forma de pequeñas llamas que pueden verse al anochecer en lugares como pantanos y cementerios. Hoy sabemos que esas llamitas azuladas se deben a pequeñas nubes de gas procedentes de materia en putrefacción que arden brevemente al oxidarse, pero en el Siglo XVII, los fuegos fatuos se llamaban Will O’Wisps o Jack O’ Lanterns, e inspiraban tanto temor como leyendas. Una de estas leyendas cuenta precisamente el terrible destino de un hombre llamado Stingy Jack.



Stingy Jack era un herrero (según otras versiones era un simple ladrón) que una noche salió a beber con el mismísimo diablo. Después de muchos tragos, el tacaño de Jack no quería pagar la cuenta, así que convenció al diablo para que se convirtiera en moneda. El diablo así lo hizo, pero Jack se guardó la moneda en el bolsillo junto a una cruz de plata que impidió al diablo recuperar su forma original. Tras usar la moneda varias veces, Jack dejó ir al diablo con la promesa de que no se llevaría su alma al infierno.

En otras versiones de la historia, Jack convence al diablo para que se suba a un árbol a recoger unas manzanas. Cuando el diablo las hace caer, Jack dibuja una cruz en el tronco del árbol para impedirle bajar y se lleva la fruta. De nuevo, el herrero deja ir a Belcebú tras hacerle prometer que no se lo llevará al infierno.



Cuando Jack murió, San Pedró le negó la entrada al cielo por sus muchos pecados. El alma de Jack viajó entonces al infierno pero el diablo, fiel a su promesa, también se negó a dejarle entrar, condenándole a vagar por el mundo para toda la eternidad. Cuando Jack, aterrado, se quejó de que no podía encontrar el camino en la oscuridad, el diablo le arrojó un ascua del infierno para que se iluminara. El ascua quemaba, así que Stingy Jack talló un nabo que llevaba consigo y metió el ascua dentro. Desde entonces su espíritu atormentado vaga por la tierra como Jack O’ Lantern, Jack el de la linterna.



En el siglo XVII, los irlandeses y escoceses celebraban halloween encendiendo pequeñas lámparas en las entradas a sus casas para que ahuyentaran a los malos espíritus y a las almas perdidas como la de Stingy Jack. En las zonas rurales tallaban nabos, remolachas o patatas con caras siniestras y metían una pequeña vela en su interior.

La costumbre de tallar calabazas no llegó a Estados Unidos hasta el siglo XIX de la mano de varias oleadas de colonos irlandeses. Sin embargo, no está claro cómo se pasó de los nabos a las calabazas. Probablemente fueran más abundantes en Estados Unidos y más fáciles de tallar. El relato de 1820 Sleepy Hollow escrito por Washington Irving ya hacía referencia a una calabaza como señal característica del jinete sin cabeza. Con todo, la primera referencia no literaria a las calabazas de Halloween data de 1834. Desde entonces la tradición no solo no ha cesado, sino que se ha extendido a todo el mundo.


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La verdadera historia del Exorcismo de Emily Rose

Anneliese Michel era una joven común y corriente, un poco retraída, parte de una familia profundamente católica en Leiblfing, Alemania. Sus padres, ella y sus tres hermanas iban a misa al menos dos veces a la semana. Cuando tenía 16 años empezó a convulsionar de la nada y se le diagnosticó epilepsia. Presentó, además, un cuadro de depresión profunda y la hospitalizaron. A los veinte años, ya no toleraba ver objetos religiosos y había comenzado a oír voces.



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La Verdadera Historia de Amytiville



La Casa Amityville 

La mañana del 14 de noviembre de 1974, Amityville, pequeña localidad de veraneo enclavada en Long Island (estado de Nueva York), amaneció sacudida por la macabra noticia del asesinato a sangre fría de seis miembros de una familia. A las 03:15 horas de la madrugada, el joven Ronald DeFeo de veintitrés años de edad, provisto de una escopeta Martín de calibre 35, había masacrado, mientras dormían, a todos los miembros de su familia (padre, madre, dos hermanos y dos hermanas), en el interior de su propia casa enclavada en el número 112 de Ocean Avenue. Según el informe oficial de las investigaciones: “Los crímenes presentaban algunas peculiaridades que indicaban rasgos sádicos solo explicables en una mente enferma. La familia había sido narcotizada en la víspera, lo que garantizó al asesino el sueño profundo de sus víctimas. Todos dormían de bruces, con las cabezas apoyadas sobre los brazos cruzados. Todos habían sido fusilados con un arma potentísima, por la espalda, excepto la madre, que recibió un disparo en la cabeza”.
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