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La Isla de las Muñecas

Existe en el sur de la Ciudad de México, en el interior de un lago desolado, un extraño lugar conocido como la Isla de las Muñecas, el cual lleva generaciones aterrorizando a chicos y grandes. Se trata de un islote pequeño y deshabitado, al cual no muchos se atreven a acercarse. La razón es evidente: la valla y la diminuta choza que se han levantado ahí, se encuentran repletas de muñecas viejas, rotas, completas o decapitadas, pero todas ellas muy viejas y tenebrosas. 



Algunas cuelgan de un tendedero que se extiende desde un extremo al otro de la isla. Otras yacen dentro de la casa y las que solo tienen cabeza, han sido empaladas en la cerca que rodea a la isla. Ver este reino de juguetes abandonados, es un espectáculo que le hiela la sangre a cualquiera. Se cuenta que hace muchos años, vivía cerca de aquí un hombre llamado Julián Santana Barrera. 

Un día, don Julián se encontró con el cuerpo de una niña pequeña, que flotaba sin vida en las aguas. Desesperado, intentó resucitarla dándole respiración boca a boca, pero era demasiado tarde. Como nadie fuera a reclamar el cuerpo, decidió enterrarla y para no olvidarla, colgó a la muñeca que llevaba consigo en la isla. Pero aquello, lejos de hacerle sentir mejor, lo fue llevando a enloquecer poco a poco. Don Julián se sentía acosado por el alma de la niña, que no podía descansar en paz. 



En todas partes se encontraba con ella. Para aplacar su espíritu, fue colgando cada vez más y más muñecas hasta que el lugar se lleno de ellas. El día que Don Julián murió, los lugareños de los alrededor encontraron su cuerpo flotando donde atrás había hallado a la niña. Desde entonces, creen que su espíritu se quedó atrapado junto con el de ella, residiendo en todas esas muñecas que han sido tan maltratadas por el tiempo. 

Hoy se cuentan muchas historias de la isla, la cual se ha transformado también en una macabra atracción turística. Constantemente se hacen excursiones en lancha para conocerla, aunque no es habitual desembarcar en ella. 



La gente que ha pasado por ahí, afirma que se puede ver como las muñecas mueven a veces los ojos, un brazo o la cabeza. Incluso ha habido quienes dicen que les escuchan hablan o hacer señas para que se acerquen a la isla. Por eso a nadie le gusta ir.
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