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La Casa de la Tía Toña en Chapultepec

En la Barranca El Castillo, en la tercera sección del Bosque de Chapultepec, muy cerca del Panteón de Dolores, hay una casa que es uno de los principales atractivos de los amantes de sucesos paranormales. Si te adentras en el bosque con dirección a la casa, escucharás risas de niños, lamentos de mujer y quizás podrás observar algunas sombras antropomorfas paseándose entre los árboles.


Para entrar a la casa, se debe cruzar un puente arruinado y viejo, al caminar sobre él se escucha la madera crujir; la casa siempre está rodeada de una espesa niebla, sin importar las condiciones del clima, y si divisas hacia la casa, podrás ver el rostro de una anciana mal encarada asomándose por una de las ventanas. 

 La Tía Toña odia que la gente se acerque a su propiedad, y se piensa que eso provoca un gran número de accidentes mortales, como el que ocurrió el pasado 7 de marzo del 2008, cuando veinte estudiantes cayeron a una de las barrancas que rodea la casona embrujada. 

Se dice que en esta lujosa casa vivió una solitaria mujer de avanzada edad, suplía sus necesidades de compañía ayudando a los demás, les daba comida, cobijo y techo a los niños más pobres. Sin embargo, estos niños de la calle no tenían buenos modales, y comenzaron a fastidiar a esta pobre mujer.



Un día, la conducta de los jóvenes colmó la paciencia de la anciana, y en un arrebato de ira, la mujer los asesinó a todos. La tía Toña se deshizo de la evidencia llevando los cuerpos de los infantes por la barranca y aventó los cuerpos al río. Más tarde los sentimientos de culpa provocaron que la anciana se suicidara en su recámara. 

Aunque nadie sabe a ciencia cierta cómo murió, algunos dicen que el cuerpo sigue en la habitación principal de la mansión y otros dicen que los espíritus de los niños continúan atormentando a esta mujer. 


Son muchos quienes aseguran ver su silueta en las ventanas de aquella gran casa, asegurando que simplemente al pasar cerca se siente una enorme presión sobre los hombros, acompañada de una fuerte sensación de ser visto fijamente. 

 En ciertas ocasiones se han podido escuchar muchos gritos en los alrededores, atribuyéndolos a aquellos niños asesinados en ese terrible día en que la “Tía Toña” les arrebató hasta el último aliento a golpes.

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