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La historia de Kermit Gosnell, el asesino de recién nacidos

EL ASESINO MÁS GRANDE DE EEUU

Kermit Gosnell, dueño de un centro abortista en Filadelfia y condenado en 2013 a cadena perpetua por asesinato en primer grado de varios bebés recién nacidos, homicidio involuntario, abortos ilegales así como la violación de otras leyes. Sin embargo, fueron decenas la cantidad de bebés que fueron asesinados brutalmente, generalmente con unas tijeras una vez nacidos, y cuyos restos fueron encontrados diseminados por el centro.


CIEN CUELLOS CORTADOS

Los crudos testimonios en el juicio incluyeron informes de que Gosnell y su personal cortaron los cuellos de más de cien bebés que sobrevivieron a abortos. Un médico en la clínica testificó que el procedimiento era "literalmente una decapitación”. El informe presentado en el juicio señala que la mayoría de los actos no podían ser procesados porque Gosnell destruyó los archivos.

En el juicio los bebés no nacidos eran conocidos solamente por letras, y Gosnell fue sentenciado entre muchos otros crímenes por los asesinatos de Bebé A, Bebé C y Bebé D, en su clínica en Filadelfia, la “Women’s Medical Society” (“Sociedad Médica de Mujeres”).

El Bebé A fue asesinado luego de que Gosnell indujera el parto a su madre, que tenía cerca de 30 semanas de embarazo.

De acuerdo al informe presentado en el juicio, Gosnell rompió la columna vertebral del bebé y puso su cuerpo en una caja de zapatos para descartarlo, “bromeando” con que el bebé era tan grande que él podría “acompañarme a la parada de bus”.
En el caso del Bebé C, éste se movía y respiró 20 minutos luego del parto hasta que un asistente le cortó la columna vertebral.

El Bebé D nació dentro de un retrete. Un trabajador de la clínica dijo a las autoridades que el bebé se movía y parecía que nadaba. Otro trabajador lo sacó de allí y le cortó el cuello.

A Gosnell se le encontró “no culpable” de la muerte del Bebé E, quien de acuerdo a un testigo lloró antes de que Gosnell lo matara y lo pusiera en un tacho de basura.

El nombre de Gosnell se convirtió en un grito de guerra para los defensores de la vida, que lamentaron la falta de cobertura de los principales medios de comunicación en su juicio. Sus esfuerzos en las redes sociales han ayudado a llamar la atención sobre el caso. La presidenta del grupo pro-vida Live Action, Lila Rose, dijo que los “espantosos e inhumanos crímenes” de Gosnell “clamaban justicia”.



UNA HISTORIA SINIESTRA

La clínica de Gosnell, bautizada como "Casa de los Horrores" por el FBI, tuvo una mínima supervisión en 1993, y desde entonces ninguna más. Los asesinatos de bebés sobrevivientes de abortos en su clínica no fueron descubiertos hasta que el FBI y la DEA (Agencia de Control de Drogas) realizaron una redada en febrero de 2010, buscando pruebas de distribución ilegal de analgésicos que requerían receta médica.

Los investigadores encontraron salas manchadas de sangre y equipos sucios. La clínica almacenaba fetos abortados en un congelador en el sótano, en contenedores plásticos de comida y bolsas, junto a los almuerzos de los trabajadores.

Gosnell conservó pies cortados de bebés no nacidos, preservados en frascos de muestras, presuntamente para futura identificación de muestras de ADN.

Los trabajadores de su clínica habrían mandado a mujeres a dar a luz en retretes, un médico habría contagiado una enfermedad de transmisión sexual a mujeres debido a los pobres niveles de calidad y un trabajador de 15 años administró anestesia a pacientes. La clínica presuntamente daba mejor trato a las pacientes blancas. Muchos de los exempleados de Gosnell se han declarado culpables de asesinato y otras acusaciones.


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