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La Isla de Povlegia, Italia

La historia de Poveglia comienza durante la época romana. En ese entonces se decidió usar las tierras para aislar de la población a cientos de víctimas de la peste. A comienzos del Renacimiento, en el siglo XIV, Europa sufrió una gran plaga de peste bubónica, siendo Venecia un gran foco de infección gracias a las aguas ya de por sí contaminadas, la humedad y el paso de mercaderes contagiados que llegaban a vender sus productos. 

Para darnos una idea de lo devastadora que fue la peste negra, la enfermedad llegó a matar a poco más de un tercio de la población europea. Italia no fue la excepción: la muerte se podía ver en cada rincón, no se sabía dónde dejar los cadáveres que con el paso de los días se apilaban en montañas. 



Junto a todos los factores de riesgo para contraer esta enfermedad, tener tantos cadáveres entre las personas suponía un riesgo aún mayor, por lo que había que buscar una salida. Fue gracias a esto que las autoridades de la ciudad decidieron que los cuerpos fueran trasladados a la isla de Poveglia. 

Los registros de la época cuentan cómo cientos de cadáveres eran trasladados a la isla para que en enormes fosas fueran incinerados. El problema fue que esta no fue la única medida, las autoridades médicas y civiles también decidieron que había que llevar a la isla a los que presentaran síntomas de la peste. 



Gracias a esa decisión, hombres, mujeres y niños todavía vivos terminaron exiliados y olvidados en aquella isla llena de cadáveres. En pocos años más de 160 mil acabaron sus días en Poveglia. Los años pasaron y las personas fueron muriendo hasta dejar la isla totalmente abandonada, pero en el año de 1922 el gobierno decidió que era hora de volver a ocupar esas tierras, ahora para poner ahí un psiquiátrico. 

 
Enfermos mentales, psicópatas, asesinos, todas esas personas que terminaron en Poveglia pedían con desesperación irse de ahí pues aseguraban que veían a los fantasmas de las víctimas de la peste y escuchaban los lamentos de sus espíritus atormentados por el sufrimiento, pero nadie les creyó. 


 Durante mucho tiempo el gobierno de Italia fue el propietario de la isla, pero esta terminó siendo vendida a una persona que en la década de 1960 decidió abandonarla. Hoy sigue estando restringido el paso a la isla, pero fotografías sacadas a la luz demuestran al mundo la soledad que impera en ese lugar que sirvió para dar muerte a inocentes.
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El Bosque de los Suicidios Aokigahara

Una noche un hombre iba atravesando por un bosque, donde habían ocurrido muchos casos de suicidio. El bosque era tan enorme que apenas se encontraban los restos. El hombre iba en coche, y con un poco de miedo, ya que conocía la fama que tenía ese bosque. "Dios mío, no me extraña que vengan aquí a suicidarse, esto está más perdido que… pero, ¿qué es eso?" Notó que había algo en la carretera y cuando estaba ya cerca vio que era una pareja tendida en el suelo. La chica no se movía pero el chico estaba haciendo señal pidiendo ayuda. El hombre se bajó del coche y le preguntó: "¿Qué ocurre, ha pasado algo?" "…Vinimos a suicidarnos… Nosotros queríamos casarnos, pero nuestros padres no nos lo permitieron, por eso vinimos aquí, pero estoy arrepentido, por favor llévanos a algún hospital…"


El hombre llevó al coche a la chica que no se movía y le ayudó al chico a subir. Corrió todo lo que podía hasta llegar al hospital más cercano mientras oía la voz del chico…"¿Está lejos el hospital?…Por favor dese prisa…" El coche llegó al hospital. "¡¡Socorro, por favor, hay dos chicos que están muy graves!!" El hombre explicó todo lo que había pasado mientras sacaban a los dos de su coche. Parecía que el chico había perdido el conocimiento. 

El hombre tuvo que esperar un buen rato hasta que salió el médico que examinaba a los dos. "Doctor, ¿cómo están? ¿Se van a salvar?" "Siéntese… Vamos a ver, según lo que explicó los encontró en el bosque, ¿verdad?". "Sí". "¿Hace cuánto tiempo?". "Hará.. como una hora o un poco más…". "Y dice que habló con el chico." "Sí, la chica no estaba consciente pero el chico me explicó lo que pasó y todo el camino me estaba diciendo que corriera, que me diera prisa." "Es que… es muy extraño… Los he examinado y los dos están muerto por lo menos desde hace 5 horas…"



La leyenda está aparentemente basada en el bosque de Aokigahara, un bosque japonés que rodea al monte Fuji, conocido por la cantidad de suicidios que suceden en él. Todo el mundo sabe que Japón es una sociedad en la que se dan muchos más suicidios que la media de otros paises, aproximadamente unos 50 cadáveres se encuentran al año en este bosque. Ya a la entrada múltiples carteles te avisan con mensajes como "por favor, considere su vida".

Se hablan más cosas sobre el bosque, como que no solo se suicidan en él los que tiene esa intención, si no que los incautos que se adentran demasiado no  encuentran la salida más, y que debido a la densidad del ambiente  (apenas se ve el cielo al levantar la vista) deciden acabar con su vida.



 Se habla de que un grupo de murciélagos viven ahí y atacan a los viajeros, pues muchos cuerpos se encuentran devorados por "algo". Sea como sea se pueden encontrar cadáveres con regularidad, muchas veces descompuestos o devorados por insectos y demás.

Muchos creen que hay inmensos depósitos de hierro bajo el monte Fuji, y esto hace que en bosque no funcionen las brújulas. Esto último es cierto a medias, pues Aokigahara es un lugar común de entrenamiento militar, y estos comentan que no tiene problemas con sus brújulas especiales, pero admiten que los equipos comunes no funcionan correctamente.


  También es un lugar de lo paranormal, pues se habla de fantasmas o duendes que viven allí y  hacen confundir a los visitantes. Todo lo que hay en el bosque impregna energía maligna, según los espiritistas, energía acumulada durante siglos por los que han muerto allí y quieren atraerte para que no salgas.

Por supuesto hay gran parte de leyenda en todo esto, pues muchos cadáveres son rescatados por los guardias forestales dia a dia que son llevados a una estación especial. Se cuenta que allí estos guardias duermen junto a los cadáveres, pues ellos creen que si dejan un cadáver solo este caminará. A los fantasmas de las personas que han cometido suicidio se les conoce como "yurei".
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La Hisotria de Lizzie Borden

En la ciudad de Fall River, Massachusetts vivía la célebre Lizzie Borden, quien fue a juicio a finales del siglo diecinueve, en el año 1892, por el asesinato con un hacha a su padre y a su madrastra. Aunque esta mujer fue absuelta de este crimen, nunca se encontró a los asesinos reales, lo que hizo que ella pasara a la historia como la principal sospechosa, pero a la que nunca se le pudo comprobar algo.



 El 4 de agosto de 1892, Andrew Borden y su esposa Abby fueron asesinados en dos lugares diferentes de su casa en Fall River, él en la sala y ella en una de las habitaciones. Fue la misma Lizzie la que encontró los cadáveres y avisó a la empleada de la casa y a las autoridades, y aunque debido a los problemas que tenía con ellos, fue la única sospechosa, nunca se pudo comprobar que fue ella la que lo hizo.


A pesar de que nunca fue a la cárcel por estos delitos, Lizzie Borden se quedó viviendo en esta ciudad hasta su muerte, aunque se mudó de casa junto a su hermana, y tuvo que aguantar el aislamiento del resto de la comunidad. En la actualidad, la casa en la que ocurrieron los crímenes es un bed&breakfast, y es un sitio muy popular entre los que quieren un poco de terror en sus vidas.
Esta casa tiene diferentes habitaciones para sus visitantes que están nombradas en honor a los que la habitaban en las épocas de las muertes. Aunque es posible visitarla sin quedarse allí, recorriendo su historia y viéndola como un museo, los que se hospedan tienen un tour un poco más a fondo y muchos reportan haber vivido experiencias extrañas como cámaras que se encienden solas y hasta movimientos en medio de la noche.


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El Callejón De Las Manitas

Existe en la ciudad mexicana de San Luis Potosí, cierta callejuela situada en un barrio antiguo del Centro Histórico, a la que apodan como el Callejón de las Manitas. En este lugar strecho y oscuro, muchas personas se han llevado más de un susto. Y no es para menos, con la historia macabra que se esconde detrás de tan pintoresco lugar.
Los hechos se remontan al año de 1780, en los álbores de la época colonial. Por aquel entonces llegó a la capital potosina, un sacerdote que se instaló en una humilde casa cuya ventana daba justamente el callejón. El párroco iba a hacerse cargo de dar clases en una escuela para niños humildes.

Era una persona muy piadosa y que gustaba mucho de ayudar a los demás. No tenía mucho, pero lo poco que ahorraba de sus pagos como profesor, lo empleaba en comprar comida y medicinas para los pobres, o en darles algún gusto a sus estudiantes. Así pues, pronto se volvió muy querido entre los vecinos y los niños que se educaban con él.
Un día, el sacerdote salió de su casa a dar una vuelta. Cuando estaba por oscurecer regresaba a su hogar, pero en el camino se topó con un asaltante que intentó robarlo. Al ver que no traía nada de valor con él, el cobarde ladrón lo apuñaló y el religioso se desangró hasta fallecer.
Todos sus conocidos sufrieron mucho la pérdida.
Las autoridades apresaron al maleante que había asesinado al padre y, obedeciendo a la indignada muchedumbre que se congregó para lincharlo, lo castigaron cortándole las manos. Luego ataron las extremidades mutiladas con una cuerda y las colgaron de la ventana de casa del sacerdote, del lado del callejón. Para que todos recordaran que no había crimen que no consiguiera su merecido.
Pero algo raro sucedía en aquel callejón desde entonces. A veces, la gente oía como tocaban la ventana o la pared. También había quienes juraban haber visto aquellas espantosas manos moviéndose y haciendo señas. Todos tenían terror de pasar por ahí.

Así que los gendarmes descolgaron las manos, pensando que ya había sido suficiente. Más grande fue su sorpresa al darse cuenta de que, al día siguiente, volvían a estar colgadas en el mismo sitio.
Pensaron que algún gracioso les había hecho una jugarreta, aunque lo cierto fue que por más que vigilaron, jamás encontraron a nadie que se metiera al callejón a hacer de las suyas. En cambio, era como si las manos se movieran por voluntad propia, para terror de ellos y de los vecinos.
Finalmente hicieron lo único sensato que ameritaba una situación como aquella: incinerarlas. Y con eso pareció solucionarse el bendito problema.
A pesar de todo, se dice que hoy en día, si uno pasa por el callejón a altas horas de la noche, podrá apreciar la silueta fantasmal de unas manos tenebrosas que cuelgan de la ventana y al fantasma de un hombre vestido con sótana, que dobla la esquina y se pierde en el interior.




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El Vampiro de Belén

La leyenda dice que ya hace muchos años llegó un hombre misterioso a la ciudad de Guadalajara. El hombre vestía de negro y sólo salía por las noches, dicen que desde su llegada a la ciudad empezaron a suceder cosas muy extrañas, empezaron a aparecer animales muertos con una seña muy particular (dos orificios en el cuello) y a todos les habían succionado hasta la última gota de sangre. La gente no le ponía atención, se preguntarán por qué…, bueno, porque pensaron que era un plaga o una infección entre los animales, pero al pasar los días comenzaron a encontrar cadáveres de jóvenes que tenían como hábito estar en la calle hasta la madrugada; lo curioso y lo que les empezó a preocupar era que los que encontraban tenían las mismas características de los animales encontrados antes, lo que ahora sí preocupó a los habitantes de la ciudad.



Se empezó a correr el rumor de que había un vampiro suelto en la ciudad. Las personas temían por sus vidas y las de sus hijos, por lo que un grupo de personas realizó un plan para atrapar a esta criatura de la noche, que se dedicaba a cometer sus bajos actos cerca de la vieja plaza de toros. Este grupo de personas se escondió detrás de un arbusto mientras uno se quedaba en la calle de carnada. Sí dio resultado, el vampiro se le apareció y cuando se disponía a clavarle sus colmillos los demás le arrojaron una red y lo atraparon. Algún gitano les había dicho que para poderlo matar tenía que ser con una estaca hecha de un árbol (no recuerdo el nombre del árbol), pero la estaca era verde, y que debían enterrarlo en un panteón. Lo hicieron, le enterraron la estaca en el corazón y lo llevaron al Panteón de Belén, donde le colocaron una lápida de cemento muy gruesa para asegurarse de que no saliera.



Al día siguiente los ciudadanos fueron a ver la tumba del vampiro y se dieron cuenta que la estaca de un día a otro se transformó en un árbol gigante que para poder salir a la superficie tuvo que romper la tumba. La leyenda dice que cuando el árbol rompa completamente la tumba el vampiro renacerá para aterrorizar nuevamente a los habitantes de la ciudad de Guadalajara


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La Leyenda de la Anima Sola

En la mitología colombiana hay muchas historias autóctonas, pero también se han incluido algunas cuyos orígenes se localizan en otras partes del mundo. El caso más conocido es el del «Anima sola«, que cuenta con múltiples versiones, llamada también Ánima Errante o la que camina sola. Pero mayormente aceptada como el Ánima del Calvario, leyenda iniciada en épocas de Cristo. Su origen y el acto que la condenada a penar por el mundo eternamente se menciona en un apartado que trata sobre la «Sed de Cristo» en las Sagradas Escrituras.

La primera de las versiones cuenta que en Jerusalén se acostumbraba que las mujeres dieran de beber agua a los sacrificados en la cruz. La joven que estuvo encomendada la tarde de Viernes Santo, solo dio agua a Dimas y Gestas (los dos ladrones que estaban junto a Cristo), pero se la negó a Jesus. Por esa razón se le condenó a sufrir la sed y el calor constante entre las llamas del Purgatorio, y desde entonces, el ánfora se vació y no podía llenarla, por lo que su trabajo no tenía fin.

Leyenda Colombiana del Anima Sola

Otra versión dice que Jesucristo iba camino al Monte Calvario, cargando la Cruz, cuando cayó frente a la casa de una mujer. Él le pidió agua para poder continuar, aunque ella sintió pena, temió más a las represalias y en vez de agua, le dio vinagre, provocando la risa de todos. Jesús la miró con compasión, pero la maldición le llegó desde el cielo en forma de rayo haciéndola arder, después San Miguel Arcángel le colocó unos grilletes con pesadas cadenas, condenándola a penar por la eternidad

En ambos casos esta Ánima Sola quedó maldita por siempre, su imagen aparece como una mujer joven de larga cabellera, encadenada y cubierta por las llamas del purgatorio, condenada a ser errante y atormentada.

Desde entonces algunos dicen que es una entidad maligna, otros creen que al ser un alma con tanto sufrimiento ya está purificada y por lo tanto tiene la capacidad de hacer milagros, por eso se le invoca tanto para el bien como para el mal. Los devotos le rezan y encienden luces para disminuir sus penas y con esto esperan algunos beneficios. Otros en cambio, la invocan con oraciones satánicas con intensión de perjudicar al prójimo.

Quienes piden al Anima Sola un favor deben cumplir su promesa al pie de la letra, tal cual lo ofrecieron si no, ella tomará venganza a través de un tenebroso encuentro. También puede aparecer ante aquellos que duden de su bondad, dejando a sus testigos sin habla durante días, incapaces de reponerse al susto de verla envuelta en llamas.

Los días del Ánima sola son especialmente el Viernes Santo y el día de Los Difuntos.
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